CARMEN no presentaba ninguno de los factores de riesgo clásicos. A sus 40 años gozaba de buena salud, y en su familia no había antecedentes de cáncer de mama; además, su mamografía periódica no revelaba anomalías. Pero un día, mientras se realizaba un examen de los senos en la ducha, notó un bulto. Resultó ser cáncer. Mientras el médico les explicaba las opciones, ella y su esposo permanecieron petrificados en las sillas.
Antiguamente, el médico le decía a una mujer con cáncer de mama que su única esperanza era someterse a una mastectomía radical (operación en la que se extirpa la mama, los ganglios linfáticos del pecho y de la axila, y los músculos pectorales, ocasionando una desfiguración). Los tratamientos de quimioterapia o radioterapia prolongaban el suplicio, por lo que muchas mujeres le tenían más miedo a la “cura” que a la enfermedad.
La batalla contra el cáncer de mama ha sido un continuo esfuerzo por atacar con contundencia una enfermedad mortífera sin causar una desfiguración innecesaria y los dolorosos efectos secundarios. Como Carmen, las pacientes hoy cuentan con diversas opciones. Y un incesante flujo de estudios clínicos e informes periodísticos alimentan la esperanza de que los nuevos tratamientos, las pruebas de predicción y las dietas preventivas acaben venciendo a la enfermedad.
A pesar de los avances de la medicina, el cáncer de mama es todavía una de las principales causas de muerte por cáncer en la mujer. Los países industrializados de Norteamérica y Europa occidental tienen una alta incidencia, si bien las cifras están aumentando en Asia y África, donde históricamente han sido menores. En estos dos continentes, la proporción entre el número de muertes y los casos detectados es mayor. ¿Por qué? Porque “la detección temprana es ínfima —explica una médica en África—. La mayoría de las pacientes vienen cuando están ya en una fase avanzada”.
El riesgo aumenta con la edad. En Estados Unidos, un 80% de los casos se da en mujeres mayores de 50 años. La buena noticia es que este es uno de los cánceres más tratables. El 97% de las mujeres con cáncer de mama localizado y en fase inicial sigue con vida cinco años después del diagnóstico. Carmen acaba de pasar esa marca.
El abecé del cáncer de mama
El cáncer de mama suele aparecer en la forma de un bulto extraño, como en el caso de Carmen. Por fortuna, cerca del 80% de estos abultamientos son benignos, es decir, permanecen confinados a su lugar de origen. Muchos son solo sacos llenos de líquido llamados quistes.
El cáncer de mama comienza con una célula “renegada” que se divide de forma incontrolada, dando lugar con el tiempo a un tumor. Este se torna maligno, o canceroso, cuando sus células invaden otros tejidos. Algunos tumores crecen de forma rápida; otros pueden tardar hasta diez años en ser detectados.
Para diagnosticar el cáncer de Carmen, el médico extrajo con una fina aguja una muestra de tejido del tumor. Una vez confirmada la presencia de células cancerosas, la operaron para extirparle la masa tumoral junto con el tejido circundante y para determinar el estadio (tamaño, tipo y extensión) y grado de malignidad (ritmo de crecimiento) del tumor.
Muchas pacientes siguen tratamientos posquirúrgicos para evitar la reaparición o diseminación de la enfermedad. Las células cancerosas pueden separarse del tumor, viajar por las vías sanguíneas o linfáticas y multiplicarse en otros puntos. La propagación del cáncer (metástasis) a órganos y tejidos vitales —cerebro, hígado, médula ósea o pulmones— es lo que lo convierte en una enfermedad mortal.
Carmen recibió radioterapia y quimioterapia para destruir las células cancerosas que pudieran haber quedado alrededor del foco inicial o en otras partes del cuerpo. Puesto que su cáncer se nutría de estrógeno, también recibió tratamiento antihormonal para evitar la aparición de nuevos cánceres.
Los adelantos terapéuticos brindan otras opciones según la edad, estado de salud, antecedentes y tipo de cáncer de la paciente. En el caso de Arlette, por ejemplo, las pruebas detectaron el cáncer antes de que se extendiera más allá del conducto lácteo. Gracias a una tumorectomía, no perdió el seno. A Alice le aplicaron quimioterapia para reducir el tamaño del tumor antes de operarla. A Janice le extrajeron el tumor y un solo ganglio: el ganglio centinela, que es el primero que recibe el drenaje del tumor. Como este no contenía células cancerosas, el cirujano dejó intactos los demás ganglios, con lo que se redujo el riesgo de linfedema (molesta hinchazón del brazo ocasionado por la extirpación de muchos ganglios linfáticos).
Aunque hoy se sabe mucho sobre el crecimiento del cáncer mamario, todavía queda una pregunta básica en el aire: ¿Por qué y cómo se produce?
¿Qué lo causa?
Las causas del cáncer de mama siguen siendo un enigma. En opinión de los críticos, se realizan más investigaciones de los métodos diagnósticos y terapéuticos —los cuales son muy rentables— que de las causas y la prevención. Con todo, los científicos han descubierto pistas importantes. Algunos lo atribuyen a un proceso complejo de múltiples pasos en el que un gen defectuoso hace que las células se porten mal: que se dividan frenéticamente, invadan tejidos, evadan la acción de las células inmunitarias y lancen ataques sigilosos contra órganos vitales.
¿De dónde salen estos genes rebeldes? Entre el 5 y el 10% de las mujeres diagnosticadas ya nacen con genes que las hacen propensas a padecer cáncer de mama. Pero parece que en muchos otros casos, los genes sanos son dañados por la acción de agentes externos, y las radiaciones y ciertos compuestos químicos son los principales sospechosos. Los estudios futuros confirmarán o no esta relación.
Otro factor es el estrógeno, que aparentemente estimula ciertos cánceres de mama. De ahí que el riesgo aumente si la mujer inició su menstruación a una edad precoz o tuvo una menopausia a edad avanzada, si no hubo embarazos o el primero fue a una edad tardía, o si recibió hormonoterapia restitutiva. Debido a que las células grasas producen estrógeno, la obesidad puede aumentar el riesgo en las mujeres posmenopáusicas, cuyos ovarios han dejado de producir hormonas. Otros factores de riesgo son los niveles altos de insulina y los niveles bajos de melatonina (la hormona del sueño), una afección común en trabajadores nocturnos.
¿Hay en perspectiva tratamientos más eficaces y menos traumáticos? Los investigadores están desarrollando terapias en las que interviene el propio sistema inmunitario del cuerpo, así como fármacos para interferir en las rutas moleculares implicadas en el desarrollo del cáncer. Entre tanto, la evolución de las técnicas de imagen debería ayudar a los médicos a aplicar la radiación con más precisión y efectividad.
Los científicos también luchan en otros frentes, como son: desentrañar el misterio de la metástasis, engañar a las células cancerosas resistentes a la quimioterapia, trastornar las señales estimuladoras del crecimiento celular y crear tratamientos específicos para cada tumor.
Sin embargo, en el mundo de hoy las enfermedades no serán eliminadas y los seres humanos seguirán muriendo (Romanos 5:12). Solo el Creador puede cambiar esta triste realidad. ¿Lo hará? La Biblia contesta que sí. Vendrá el tiempo en que “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’” (Isaías 33:24). ¡Qué alivio será ver el cumplimiento de esta promesa!
SIGNOS DE ALARMA
Aunque el diagnóstico temprano es crucial, algunos estudios advierten que los exámenes y mamografías tal vez sean menos precisos en las mujeres más jóvenes, lo que acarrea tratamientos y ansiedad innecesarios. Aun así, los especialistas recomiendan encarecidamente a las mujeres estar muy al tanto de cualquier cambio en las mamas y los ganglios linfáticos. He aquí algunos signos de alarma:
● Un bulto o engrosamiento en cualquier sitio de la axila o la mama
● Secreción de líquido por el pezón que no sea leche
● Cambio en el color o textura de la piel
● Hundimiento o dolor anormal del pezón
SI LE DIAGNOSTICAN CÁNCER DE MAMA
● Mentalícese para pasar un año en tratamiento y recuperación.
● Si le es posible, elija médicos competentes que respeten sus necesidades y creencias.
● Decida junto con su familia a quiénes se lo dirá y en qué momento; así, sus amigos tendrán la oportunidad de demostrarle su amor y de orar con usted y por usted (1 Juan 3:18).
● Mitigue la angustia leyendo la Biblia, orando y meditando en asuntos edificantes (Romanos 15:4; Filipenses 4:6, 7).
● Hable con otras mujeres que hayan tenido cáncer de mama y puedan animarla (2 Corintios 1:7).
● Céntrese en lo que pasará hoy, no en lo que pasará mañana. Jesús dijo: “Nunca se inquieten acerca del día siguiente, porque el día siguiente tendrá sus propias inquietudes” (Mateo 6:34).
● Utilice bien sus energías. Recuerde que necesita suficiente descanso.
CÓMO HABLAR CON EL MÉDICO
● Aprenda los términos médicos básicos relacionados con el cáncer de mama.
● Antes de ir a la consulta, haga una lista de las preguntas que quiere hacer y pídale a su esposo u otra persona que la acompañe para que le ayude a tomar notas.
● Si el médico le dice algo que no entiende, pídale que se lo explique.
● Pregúntele cuántos casos como el suyo ha tratado.
● De ser posible, obtenga una segunda opinión.
● Si los médicos no coinciden, evalúe la experiencia de cada uno. Pídales que consulten entre sí.
CÓMO ALIVIAR LOS EFECTOS SECUNDARIOS
Los efectos secundarios de algunos tratamientos contra el cáncer son: náuseas, pérdida del cabello, cansancio crónico, dolor, entumecimiento u hormigueo en las extremidades y reacciones en la piel. Las siguientes recomendaciones sencillas pueden aliviarlos:
● Coma bien para fortalecer el sistema inmunológico.
● Lleve un diario de los niveles de energía y de su reacción a los alimentos.
● Pruebe a disminuir las náuseas y el dolor con medicamentos, acupuntura o masajes.
● Haga ejercicios con moderación para aumentar la resistencia, controlar el peso y mejorar el sistema inmunológico.
● Tome descansos frecuentes, pero recuerde que pasar largos períodos en cama puede aumentar la fatiga.
● Mantenga la piel hidratada. Lleve ropa holgada. Báñese con agua tibia.
Consulte con el médico antes de empezar cualquier programa de ejercicios.
SI UN SER QUERIDO TIENE CÁNCER
¿Cómo puede usted apoyar a un ser querido con cáncer? Aplicando el principio bíblico: “Regocíjense con los que se regocijan; lloren con los que lloran” (Romanos 12:15). Manifiéstele su amor e interés mediante llamadas telefónicas, cartas, tarjetas, correos electrónicos y visitas breves. Oren juntos y lean pasajes alentadores de la Biblia. “No hable de los que han muerto de cáncer, sino de los que han sobrevivido”, recomienda Beryl. “Solo vaya y dele un abrazo a su amiga —aconseja Janice, quien tuvo que luchar con el cáncer—. Si ella quiere hablar del tema, lo hará.” Sobre todo, los esposos deben confirmarles su amor a sus esposas.
“Nosotros teníamos un día sin cáncer —recuerda Geoff—. Mi esposa se había hecho el propósito de que su salud no acaparara toda nuestra atención. Así que decidimos pasar un día cada cierto tiempo sin mencionar para nada el cáncer y centrarnos, más bien, en los aspectos positivos de nuestra vida. Era como tomarnos unas vacaciones de la enfermedad.”
Reflexiones
Al oír el diagnóstico
Sharon: Mi vida cambió en un instante. “Todo ha acabado para mí”, pensé.
En los momentos más difíciles
Sandra: La angustia es peor que el tratamiento.
Margaret: Después del segundo tratamiento piensas: “No quiero seguir”. Pero lo haces.
Sobre los amigos
Arlette: Se lo dijimos a nuestros amigos para que oraran por nosotros.
Jenny: Ninguna sonrisa, gesto o saludo me pasó desapercibido.
Sobre los esposos solidarios
Barbara: Me rapé la cabeza antes de que se me cayera el pelo. “¡Qué bonita cabeza tienes!”, exclamó Colin, y me hizo reír.
Sandra: Nos miramos al espejo juntos. Vi la mirada de amor de Joe, y supe que todo iba a estar bien.
Sasha: Karl le decía a la gente: “Tenemos cáncer”.
Jenny: El amor de Geoff no tenía fin, y su espiritualidad inquebrantable me tranquilizaba.
Las células cancerosas desobedecen las señales normales de crecimiento, multiplicándose e invadiendo otros tejidos
Una parte fundamental del tratamiento del cáncer es el apoyo afectuoso que familiares y amigos dan a la paciente
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