Qué es el asma
EL ASMA es un mal que se encuentra extendido por todo el mundo. Se calcula que aquí, en Nueva Zelanda, lo padecen una de cada diez personas, prescindiendo de que sean jóvenes o viejos, que vivan en la ciudad o en el campo y que efectúen trabajo físico o de oficina.
Sin embargo, no se sabe mucho sobre el asma, sobre todo los que no la padecen. Muchas veces ni siquiera los propios asmáticos saben lo que les sucede, y esto puede crear una ansiedad que lo único que hace es agravar su estado. Quizás los siguientes comentarios, basados en experiencias e investigaciones procedentes de Nueva Zelanda, ayudarán a reducir un poco esa falta de conocimiento.
¿Qué es el asma?
Durante un ataque típico de asma, la persona siente una sensación de opresión en el pecho. Entre sibilancias (silbidos pulmonares de tonalidad aguda) y arranques de tos, lucha por respirar. Es una experiencia espantosa. Un ataque de asma puede ser grave o bastante liviano. La frecuencia de los ataques varía y también los síntomas, que en algunos casos están siempre presentes, aunque con diferentes grados de intensidad.
¿Qué es lo que provoca estas sensaciones tan desagradables? Como quizás ya sepa, el aire entra en los pulmones a través de los bronquios y bronquiolos. En el caso de muchos asmáticos, ciertas reacciones alérgicas sensibilizan extremadamente estos conductos. Puede que los músculos de las paredes bronquiales y bronquiolares se contraigan, la mucosa que reviste los conductos se hinche y las glándulas que se encuentran en sus paredes produzcan un exceso de moco. El resultado es un estrechamiento de estos conductos, lo que hace que, lógicamente el asmático tenga dificultades para respirar.
Causas del asma
¿Qué provoca un ataque de asma? Puede ser una infección, un estado de tensión emocional o una grave reacción alérgica. Sin embargo, una vez que se manifiesta un ataque de asma, puede haber varios antígenos o sustancias específicas que produzcan una sensibilidad extrema en los bronquios. Y una vez que los bronquios se sensibilizan a estas, es posible que otros factores —como los cambios de temperatura, o de humedad, la tensión emocional o el ejercicio— también provoquen ataques de asma.
Aunque los médicos pueden identificar algunos de los antígenos que producen un ataque de asma, no suele ser posible encontrarlos todos, y aun cuando se localizan, no siempre es posible evitarlos. La minuciosa investigación para detectar las causas del asma y la mejor manera de tratarla quizás tome tiempo e implique mucha paciencia por parte del paciente y del médico, pero el tiempo que se le dedique probablemente permitirá que después se controle mejor la sintomatología.
Cómo evitar ataques
Hay muchas cosas que irritan los pulmones y que pueden provocar un ataque de asma al enfermo. Trate de evitar el contacto con las siguientes sustancias.
Humo del tabaco: No fume y evite las habitaciones cargadas de humo. Los médicos en seguida dejan de compadecerse de los asmáticos que insisten en fumar. Los amigos de los asmáticos tampoco deberían fumar en su presencia, pues, aunque el enfermo no sufra un ataque de asma inmediatamente, horas después puede encontrarse en terribles apuros debido a los efectos del humo.
Polvo: Trate de evitar zonas cerradas y con polvo, así como actividades que levanten polvareda. Si su trabajo le pone en contacto con mucho polvo, piense seriamente en cambiar de empleo. Algunos asmáticos observan que solo tienen los síntomas por la noche o en el dormitorio. ¿Podría deberse al polvo doméstico o a esos minúsculos ácaros que se encuentran en él? En muchos casos esa es la causa, por consiguiente, el dormitorio de un asmático debería tener el menos polvo posible. A continuación se mencionan algunas sugerencias respecto al cuidado de la casa que están especialmente destinadas a ayudar a los asmáticos.
Limpie el dormitorio todos los días.
Cada semana limpie a fondo y pase la aspiradora por el colchón, el somier, las mantas y el suelo. Los suelos de madera dura son mejores que las alfombras o moquetas y las persianas venecianas que las cortinas.
Con un paño humedecido en agua o aceite, limpie el polvo de los muebles, la parte superior de las puertas, los marcos y los alféizares de las ventanas.
El dormitorio debe ventilarse bien y a continuación cerrar las puertas y ventanas por lo menos tres o cuatro horas antes de que la persona se acueste.
El colchón, las mantas y las almohadas no deben estar hechos de materiales alergenos y deben airearse con regularidad, a ser posible al sol.
Una cosa más. No permita animales en el dormitorio. Y si hay el más mínimo indicio de que usted es alérgico a su animal de compañía, búsquele otro hogar, o, por lo menos, manténgalo siempre fuera de la casa.
Temperatura y humedad: Cambios repentinos de temperatura y demasiado calor o demasiado frío pueden provocar un ataque de asma. Lo ideal es que el ambiente esté un poco húmedo y a una temperatura ligeramente caliente. Por lo tanto, si usted padece de asma, salga a la calle lo menos posible cuando haga mucho frío o el día esté brumoso. Evite la calefacción central muy fuerte y que reseque el ambiente. Si los cambios de temperatura le provocan ataques durante la noche, procure tener durante los meses de invierno un termostato que regule la calefacción del dormitorio. Si la humedad le hace sentir los síntomas del asma, trate de utilizar un aparato que controle el nivel de humedad.
Tensión emocional y fatiga: Cualquiera de estos dos factores pueden provocar un ataque de asma. Es cierto que no siempre podemos controlar la tensión emocional, pero muchos asmáticos han comprobado que los principios bíblicos les ayudan en este campo. La Biblia nos dice: “Un corazón tranquilo es vida del cuerpo”. (Proverbios 14:30, Serafín de Ausejo.) También es sensato que los asmáticos traten de tener en cuenta sus limitaciones físicas y eviten la fatiga, pues este es otro de los factores que pueden desencadenar un ataque.
Alimento: Las alergias a ciertos alimentos pueden provocar ataques de asma, sobre todo en los niños o adultos que empezaron a tenerlos durante su infancia. Incluso se puede sospechar de alimentos tan comunes como la leche, los huevos y los cereales. Sin embargo, para determinar cuál de todos los alimentos es el culpable, posiblemente se requiera una gran labor detectivesca, en especial si se trata de una sustancia que se utiliza en una amplia variedad de comidas, como por ejemplo el azúcar. Por supuesto, cabe la posibilidad de que el asmático sea alérgico a más de un alimento. Sería prudente que los pacientes adultos considerasen las bebidas alcohólicas, especialmente la cerveza y el vino, como posibles agravantes de su estado.
Ejercicio: A veces un esfuerzo excesivo es el causante de un ataque de asma, que suele producirse una vez terminado el ejercicio. Si eso es lo que a usted le sucede, evite los ejercicios que requieren derroches repentinos de energía —como el squash— y pruebe un tipo de ejercicio más gradual, como la natación o el ciclismo. El utilizar un broncodilatador (medicamento que alivia la congestión bronquial) antes de cualquier actividad vigorosa, puede servirle de ayuda. Un fisioterapeuta quizás le ayude también con un programa que incremente su tolerancia al ejercicio. Esto le permitirá participar en más actividades sin fatigarse.
Infección: Infecciones respiratorias de poca importancia, como un resfriado o una gripe, a menudo provocan ataques de asma o empeoran la sintomatología, y cuando hay presente una infección, no siempre es efectiva la medicación que se toma normalmente para aliviar el asma.
Cómo vivir con el polen: Aunque los meses invernales causan muchos problemas a los que tienen enfermedades respiratorias, hay muchos asmáticos que padecen asma del heno. Partículas microscópicas de polen que flotan en el aire durante el verano les causan mucho sufrimiento y grandes molestias. Aunque es imposible erradicar las fuentes de este polen, el sentido común dicta algunas medidas que pueden ayudar. Por ejemplo, trate de evitar el césped recién cortado, así como el campo y los espacios naturales durante la temporada del polen, y, si es posible, utilice un buen sistema de aire acondicionado.
Cómo vivir con los mohos: Miles de mohos u hongos habitan en el medio ambiente que nos rodea. Las esporas (corpúsculos reproductores) de los mohos y demás hongos medran sobre la materia vegetal o animal. También abundan sobre el trigo, la avena, el maíz, la hierba y las hojas. Aunque solo se ha comprobado que una pequeña cantidad de mohos causan problemas a los asmáticos, un estudio llevado a cabo en Nueva Zelanda indicó que las esporas pueden constituir un importante factor alergeno. Por consiguiente, aunque es imposible erradicar las esporas transportadas por el aire, las siguientes medidas pueden ser de utilidad:
Evite los sótanos y edificios húmedos y mohosos.
No rastrille ni queme hojas ni hierba seca.
Desinfecte o destruya cualquier artículo mohoso.
No tenga plantas dentro de casa ni amontone en el jardín hojas u otros desechos orgánicos para que se conviertan en abono.
Desinfecte las zonas de la casa que tengan moho.
¿Tiene un hijo asmático?
Si su hijo es asmático, necesitará su apoyo. Tanto ustedes los padres como los maestros tendrán que entender su problema y ayudarle a sobrellevarlo. No hay que empujar al niño para que haga más de lo que puede, pero tampoco debería permitírsele que se escude en su asma y evite hacer cosas que le beneficiarían.
Es preferible que sus actividades físicas no envuelvan un espíritu de competencia, aunque muchos niños asmáticos pueden jugar a casi todos los juegos cuando no tienen los síntomas. No obstante, el niño que padezca asma crónica probablemente solo sea capaz de participar en una actividad limitada y los adultos deben ejercer cuidado para no empujarle a esforzarse demasiado. El uso inteligente de la medicación quizás le ayude a disfrutar de actividades regulares, como la educación física, y el instructor debería saber cuándo y cómo utilizar un aerosol broncodilatador.
Algunos niños asmáticos están tan graves que constantemente tienen dificultades para respirar y muchas veces se les oyen sibilancias. Esos niños suelen manifestar ansiedad y tensión, y sus padres y maestros se preocupan mucho por ellos. Tienen que faltar bastante a la escuela y es posible que no puedan participar en los juegos.
Los padres de tales niños corren el riesgo de irse al extremo de protegerlos demasiado. Por otra parte, si el niño procede de una casa donde siempre hay tensión y se discute, tal vez le falte el apoyo, el amor, la comprensión y el ánimo que tan desesperadamente necesita. Sin embargo, si los padres abordan el problema de su hijo de una manera sana y optimista, le ayudarán a reducir su ansiedad y la gravedad del asma.
Qué hacer cuando alguien sufre un ataque de asma
Llévelo a un lugar tranquilo y cálmelo. Puede quedarse de pie o sentarse inclinado hacia adelante —esta última suele ser la posición más cómoda durante un ataque de asma—, y debería usar de inmediato su broncodilatador. (Los broncodilatadores quizás actúen más deprisa, y por lo tanto sean más efectivos, si están en forma de inhalador que si se toman por vía oral.) En caso de un ataque grave —sobre todo si el asmático no puede hablar adecuadamente— se le debe llevar a un médico lo antes posible. Una advertencia: como los jadeos y resuellos hacen que la persona pierda mucha humedad durante un ataque, procure darle de beber bastantes líquidos.
Tratamiento
La fisioterapia ocupa un lugar importante a la hora de ayudar al asmático, en especial en lo relacionado con enseñarle a respirar debidamente (utilizando el diafragma) y a mitigar la falta de aliento. El terapeuta también le enseña a relajarse, a adoptar una buena postura y a hacer algunos ejercicios que ayudan a mantener el asma bajo control. Los tratamientos varían y, por lo general, un médico es la persona más cualificada para sugerir el mejor tratamiento en cada caso particular.
Se pueden utilizar fármacos —como la cromolina sódica y los esteroides—, así como varios tipos de broncodilatadores. Por supuesto, cabe la posibilidad de que los medicamentos produzcan efectos secundarios, en cuyo caso el médico podría recomendar otros tratamientos.
El asma es una afección compleja, y así tienen que entenderlo los parientes y amigos si quieren ayudar. Evite decir cosas como: “Deja de pensar en ello” o “Te veo con un aspecto bastante bueno”. Los asmáticos que aprenden a entender su enfermedad pueden derivar consuelo de saber que incluso antes de que la humanidad sea curada de todas sus dolencias en el nuevo mundo de Dios, pueden estar mejor preparados para afrontar los ataques de asma, evitar las cosas que los provocan y reducir en gran manera su tensión, ansiedad y molestias. (Isaías 33:22, 24.)—Contribuido por un asmático.
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