viernes, 23 de marzo de 2012

Qué es el asma



Qué es el asma
EL ASMA es un mal que se encuentra extendido por todo el mundo. Se calcula que aquí, en Nueva Zelanda, lo padecen una de cada diez personas, prescindiendo de que sean jóvenes o viejos, que vivan en la ciudad o en el campo y que efectúen trabajo físico o de oficina.
Sin embargo, no se sabe mucho sobre el asma, sobre todo los que no la padecen. Muchas veces ni siquiera los propios asmáticos saben lo que les sucede, y esto puede crear una ansiedad que lo único que hace es agravar su estado. Quizás los siguientes comentarios, basados en experiencias e investigaciones procedentes de Nueva Zelanda, ayudarán a reducir un poco esa falta de conocimiento.

¿Qué es el asma?
Durante un ataque típico de asma, la persona siente una sensación de opresión en el pecho. Entre sibilancias (silbidos pulmonares de tonalidad aguda) y arranques de tos, lucha por respirar. Es una experiencia espantosa. Un ataque de asma puede ser grave o bastante liviano. La frecuencia de los ataques varía y también los síntomas, que en algunos casos están siempre presentes, aunque con diferentes grados de intensidad.
¿Qué es lo que provoca estas sensaciones tan desagradables? Como quizás ya sepa, el aire entra en los pulmones a través de los bronquios y bronquiolos. En el caso de muchos asmáticos, ciertas reacciones alérgicas sensibilizan extremadamente estos conductos. Puede que los músculos de las paredes bronquiales y bronquiolares se contraigan, la mucosa que reviste los conductos se hinche y las glándulas que se encuentran en sus paredes produzcan un exceso de moco. El resultado es un estrechamiento de estos conductos, lo que hace que, lógicamente el asmático tenga dificultades para respirar.

Causas del asma
¿Qué provoca un ataque de asma? Puede ser una infección, un estado de tensión emocional o una grave reacción alérgica. Sin embargo, una vez que se manifiesta un ataque de asma, puede haber varios antígenos o sustancias específicas que produzcan una sensibilidad extrema en los bronquios. Y una vez que los bronquios se sensibilizan a estas, es posible que otros factores —como los cambios de temperatura, o de humedad, la tensión emocional o el ejercicio— también provoquen ataques de asma.
Aunque los médicos pueden identificar algunos de los antígenos que producen un ataque de asma, no suele ser posible encontrarlos todos, y aun cuando se localizan, no siempre es posible evitarlos. La minuciosa investigación para detectar las causas del asma y la mejor manera de tratarla quizás tome tiempo e implique mucha paciencia por parte del paciente y del médico, pero el tiempo que se le dedique probablemente permitirá que después se controle mejor la sintomatología.

Cómo evitar ataques
Hay muchas cosas que irritan los pulmones y que pueden provocar un ataque de asma al enfermo. Trate de evitar el contacto con las siguientes sustancias.
Humo del tabaco: No fume y evite las habitaciones cargadas de humo. Los médicos en seguida dejan de compadecerse de los asmáticos que insisten en fumar. Los amigos de los asmáticos tampoco deberían fumar en su presencia, pues, aunque el enfermo no sufra un ataque de asma inmediatamente, horas después puede encontrarse en terribles apuros debido a los efectos del humo.
Polvo: Trate de evitar zonas cerradas y con polvo, así como actividades que levanten polvareda. Si su trabajo le pone en contacto con mucho polvo, piense seriamente en cambiar de empleo. Algunos asmáticos observan que solo tienen los síntomas por la noche o en el dormitorio. ¿Podría deberse al polvo doméstico o a esos minúsculos ácaros que se encuentran en él? En muchos casos esa es la causa, por consiguiente, el dormitorio de un asmático debería tener el menos polvo posible. A continuación se mencionan algunas sugerencias respecto al cuidado de la casa que están especialmente destinadas a ayudar a los asmáticos.

Limpie el dormitorio todos los días.

Cada semana limpie a fondo y pase la aspiradora por el colchón, el somier, las mantas y el suelo. Los suelos de madera dura son mejores que las alfombras o moquetas y las persianas venecianas que las cortinas.
Con un paño humedecido en agua o aceite, limpie el polvo de los muebles, la parte superior de las puertas, los marcos y los alféizares de las ventanas.
El dormitorio debe ventilarse bien y a continuación cerrar las puertas y ventanas por lo menos tres o cuatro horas antes de que la persona se acueste.
El colchón, las mantas y las almohadas no deben estar hechos de materiales alergenos y deben airearse con regularidad, a ser posible al sol.
Una cosa más. No permita animales en el dormitorio. Y si hay el más mínimo indicio de que usted es alérgico a su animal de compañía, búsquele otro hogar, o, por lo menos, manténgalo siempre fuera de la casa.
Temperatura y humedad: Cambios repentinos de temperatura y demasiado calor o demasiado frío pueden provocar un ataque de asma. Lo ideal es que el ambiente esté un poco húmedo y a una temperatura ligeramente caliente. Por lo tanto, si usted padece de asma, salga a la calle lo menos posible cuando haga mucho frío o el día esté brumoso. Evite la calefacción central muy fuerte y que reseque el ambiente. Si los cambios de temperatura le provocan ataques durante la noche, procure tener durante los meses de invierno un termostato que regule la calefacción del dormitorio. Si la humedad le hace sentir los síntomas del asma, trate de utilizar un aparato que controle el nivel de humedad.
Tensión emocional y fatiga: Cualquiera de estos dos factores pueden provocar un ataque de asma. Es cierto que no siempre podemos controlar la tensión emocional, pero muchos asmáticos han comprobado que los principios bíblicos les ayudan en este campo. La Biblia nos dice: “Un corazón tranquilo es vida del cuerpo”. (Proverbios 14:30, Serafín de Ausejo.) También es sensato que los asmáticos traten de tener en cuenta sus limitaciones físicas y eviten la fatiga, pues este es otro de los factores que pueden desencadenar un ataque.
Alimento: Las alergias a ciertos alimentos pueden provocar ataques de asma, sobre todo en los niños o adultos que empezaron a tenerlos durante su infancia. Incluso se puede sospechar de alimentos tan comunes como la leche, los huevos y los cereales. Sin embargo, para determinar cuál de todos los alimentos es el culpable, posiblemente se requiera una gran labor detectivesca, en especial si se trata de una sustancia que se utiliza en una amplia variedad de comidas, como por ejemplo el azúcar. Por supuesto, cabe la posibilidad de que el asmático sea alérgico a más de un alimento. Sería prudente que los pacientes adultos considerasen las bebidas alcohólicas, especialmente la cerveza y el vino, como posibles agravantes de su estado.
Ejercicio: A veces un esfuerzo excesivo es el causante de un ataque de asma, que suele producirse una vez terminado el ejercicio. Si eso es lo que a usted le sucede, evite los ejercicios que requieren derroches repentinos de energía —como el squash— y pruebe un tipo de ejercicio más gradual, como la natación o el ciclismo. El utilizar un broncodilatador (medicamento que alivia la congestión bronquial) antes de cualquier actividad vigorosa, puede servirle de ayuda. Un fisioterapeuta quizás le ayude también con un programa que incremente su tolerancia al ejercicio. Esto le permitirá participar en más actividades sin fatigarse.
Infección: Infecciones respiratorias de poca importancia, como un resfriado o una gripe, a menudo provocan ataques de asma o empeoran la sintomatología, y cuando hay presente una infección, no siempre es efectiva la medicación que se toma normalmente para aliviar el asma.
Cómo vivir con el polen: Aunque los meses invernales causan muchos problemas a los que tienen enfermedades respiratorias, hay muchos asmáticos que padecen asma del heno. Partículas microscópicas de polen que flotan en el aire durante el verano les causan mucho sufrimiento y grandes molestias. Aunque es imposible erradicar las fuentes de este polen, el sentido común dicta algunas medidas que pueden ayudar. Por ejemplo, trate de evitar el césped recién cortado, así como el campo y los espacios naturales durante la temporada del polen, y, si es posible, utilice un buen sistema de aire acondicionado.
Cómo vivir con los mohos: Miles de mohos u hongos habitan en el medio ambiente que nos rodea. Las esporas (corpúsculos reproductores) de los mohos y demás hongos medran sobre la materia vegetal o animal. También abundan sobre el trigo, la avena, el maíz, la hierba y las hojas. Aunque solo se ha comprobado que una pequeña cantidad de mohos causan problemas a los asmáticos, un estudio llevado a cabo en Nueva Zelanda indicó que las esporas pueden constituir un importante factor alergeno. Por consiguiente, aunque es imposible erradicar las esporas transportadas por el aire, las siguientes medidas pueden ser de utilidad:

Evite los sótanos y edificios húmedos y mohosos.
No rastrille ni queme hojas ni hierba seca.
Desinfecte o destruya cualquier artículo mohoso.
No tenga plantas dentro de casa ni amontone en el jardín hojas u otros desechos orgánicos para que se conviertan en abono.
Desinfecte las zonas de la casa que tengan moho.

¿Tiene un hijo asmático?
Si su hijo es asmático, necesitará su apoyo. Tanto ustedes los padres como los maestros tendrán que entender su problema y ayudarle a sobrellevarlo. No hay que empujar al niño para que haga más de lo que puede, pero tampoco debería permitírsele que se escude en su asma y evite hacer cosas que le beneficiarían.
Es preferible que sus actividades físicas no envuelvan un espíritu de competencia, aunque muchos niños asmáticos pueden jugar a casi todos los juegos cuando no tienen los síntomas. No obstante, el niño que padezca asma crónica probablemente solo sea capaz de participar en una actividad limitada y los adultos deben ejercer cuidado para no empujarle a esforzarse demasiado. El uso inteligente de la medicación quizás le ayude a disfrutar de actividades regulares, como la educación física, y el instructor debería saber cuándo y cómo utilizar un aerosol broncodilatador.
Algunos niños asmáticos están tan graves que constantemente tienen dificultades para respirar y muchas veces se les oyen sibilancias. Esos niños suelen manifestar ansiedad y tensión, y sus padres y maestros se preocupan mucho por ellos. Tienen que faltar bastante a la escuela y es posible que no puedan participar en los juegos.
Los padres de tales niños corren el riesgo de irse al extremo de protegerlos demasiado. Por otra parte, si el niño procede de una casa donde siempre hay tensión y se discute, tal vez le falte el apoyo, el amor, la comprensión y el ánimo que tan desesperadamente necesita. Sin embargo, si los padres abordan el problema de su hijo de una manera sana y optimista, le ayudarán a reducir su ansiedad y la gravedad del asma.

Qué hacer cuando alguien sufre un ataque de asma
Llévelo a un lugar tranquilo y cálmelo. Puede quedarse de pie o sentarse inclinado hacia adelante —esta última suele ser la posición más cómoda durante un ataque de asma—, y debería usar de inmediato su broncodilatador. (Los broncodilatadores quizás actúen más deprisa, y por lo tanto sean más efectivos, si están en forma de inhalador que si se toman por vía oral.) En caso de un ataque grave —sobre todo si el asmático no puede hablar adecuadamente— se le debe llevar a un médico lo antes posible. Una advertencia: como los jadeos y resuellos hacen que la persona pierda mucha humedad durante un ataque, procure darle de beber bastantes líquidos.

Tratamiento
La fisioterapia ocupa un lugar importante a la hora de ayudar al asmático, en especial en lo relacionado con enseñarle a respirar debidamente (utilizando el diafragma) y a mitigar la falta de aliento. El terapeuta también le enseña a relajarse, a adoptar una buena postura y a hacer algunos ejercicios que ayudan a mantener el asma bajo control. Los tratamientos varían y, por lo general, un médico es la persona más cualificada para sugerir el mejor tratamiento en cada caso particular.
Se pueden utilizar fármacos —como la cromolina sódica y los esteroides—, así como varios tipos de broncodilatadores. Por supuesto, cabe la posibilidad de que los medicamentos produzcan efectos secundarios, en cuyo caso el médico podría recomendar otros tratamientos.
El asma es una afección compleja, y así tienen que entenderlo los parientes y amigos si quieren ayudar. Evite decir cosas como: “Deja de pensar en ello” o “Te veo con un aspecto bastante bueno”. Los asmáticos que aprenden a entender su enfermedad pueden derivar consuelo de saber que incluso antes de que la humanidad sea curada de todas sus dolencias en el nuevo mundo de Dios, pueden estar mejor preparados para afrontar los ataques de asma, evitar las cosas que los provocan y reducir en gran manera su tensión, ansiedad y molestias. (Isaías 33:22, 24.)—Contribuido por un asmático.

¿Qué fue de los dinosaurios?



¿Qué fue de los dinosaurios?

“LA PALEONTOLOGÍA es la ciencia que trata el estudio de los fósiles, y los fósiles son restos de origen orgánico.” Sin embargo, como dijo un paleontólogo, es “una ciencia muy especulativa y subjetiva”. Esta afirmación es cierta en el caso de los dinosaurios. G. L. Jepson, un científico de Princeton (E.U.A.), dijo lo siguiente respecto a una serie de especulaciones que se han hecho tocante a lo que les sucedió a los dinosaurios:
“Varios autores han sugerido la posibilidad de que los dinosaurios desaparecieran porque el clima empeoró [...] o porque empeoró la dieta. [...] Otros escritores han responsabilizado de ello a enfermedades, parásitos, [...] cambios en la presión o composición de la atmósfera, gases venenosos, ceniza volcánica, oxígeno excesivo procedente de las plantas, meteoritos, cometas, reducción del depósito común de genes provocada por mamíferos devoradores de huevos, [...] radiación cósmica, desviación de los polos con respecto al eje de rotación de la Tierra, inundaciones, deriva continental, [...] desecación de ciénagas y lagos, manchas solares.” (The Riddle of the Dinosaur [El enigma del dinosaurio].)
De tales especulaciones se desprende que los científicos no pueden responder a ciencia cierta la pregunta: ¿Qué fue de los dinosaurios?

La teoría de la extinción súbita
Una teoría más reciente es la que planteó un equipo formado por padre e hijo: Luis y Walter Álvarez. Walter Álvarez descubrió en una formación rocosa fuera de Gubbio, ciudad del centro de Italia, una curiosa y delgada capa de arcilla rojiza intercalada entre dos capas de piedra caliza. Debido a que la capa inferior de piedra caliza contenía abundantes fósiles y la superior casi ninguno, los geólogos concluyeron que la vida desapareció de súbito y que la delgada capa rojiza de arcilla tenía cierta conexión con la extinción.
Los análisis revelaron que la arcilla contenía mucho iridio (un metal), una concentración treinta veces mayor a la que se encuentra en las rocas normalmente. Ellos sabían que concentraciones tan elevadas de este elemento poco común solo podían provenir del centro de la Tierra o de alguna fuente exterior a la Tierra. Llegaron a la conclusión de que el iridio fue depositado por un enorme asteroide que chocó con la Tierra, y provocó la súbita extinción de los dinosaurios.
Después del descubrimiento de la arcilla enriquecida con iridio en las inmediaciones de Gubbio, se encontraron depósitos similares en otras partes del mundo. ¿Corroboraban estos hallazgos la hipótesis del asteroide? Algunos científicos están escépticos al respecto, pero, como reconoce el libro The Riddle of the Dinosaur, la hipótesis de Álvarez dio empuje “al estudio de la extinción y la evolución”. El paleontólogo Stephen Jay Gould admite que eso podría hacer disminuir “la importancia de la rivalidad entre las especies”.
Al comentar respecto a esta nueva teoría y la extinción aparentemente súbita de los dinosaurios, un escritor sobre temas científicos admite: “Podrían sacudir los fundamentos de la biología evolutiva y poner en duda el actual concepto de la selección natural”.
David Jablonski, científico de la universidad de Arizona (E.U.A.), deduce que ‘para muchas plantas y animales la extinción fue repentina y en cierto modo especial. Las extinciones en masa no son tan solo los efectos acumulados de muertes graduales. Algo raro sucedió’. Ese es también el caso de los dinosaurios. Su aparición y desaparición relativamente súbitas contradice el punto de vista por lo general aceptado de que hubo un proceso lento de evolución.

La datación de los dinosaurios
Los huesos de dinosaurios casi siempre se encuentran en capas de tierra inferiores a las que contienen huesos humanos, lo que hace que muchos lleguen a la conclusión de que pertenecen a un período de tiempo anterior. Los geólogos dan a esta época el nombre de era mesozoica y la subdividen en tres períodos: cretáceo, jurásico y triásico. Se afirma que la duración de estos períodos es del orden de decenas de millones de años. No obstante, ¿hay algún fundamento sólido en el que apoyar esta afirmación?
Un método que se utiliza para datar la antigüedad de los fósiles es el denominado método de datación del radiocarbono. Este sistema de datación mide la proporción de desintegración del carbono radiactivo (carbono 14) desde el momento de la muerte del organismo. “Una vez que un organismo muere, ya no absorbe más anhídrido carbónico del ambiente que le rodea, y con el tiempo la proporción del isótopo [carbono 14] va disminuyendo a medida que sufre desintegración radiactiva”, dice Science and Technology Illustrated.
Sin embargo, este método presenta serios problemas. En primer lugar, cuando se considera que un fósil tiene 50.000 años de antigüedad, su nivel de radiactividad ha bajado tanto que resulta muy difícil detectarlo. En segundo lugar, incluso en especímenes más recientes, este nivel ha bajado tanto que sigue siendo dificilísimo medirlo con exactitud. En tercer lugar, los científicos pueden medir el nivel actual de formación de carbono radiactivo, pero no tienen manera de medir las concentraciones del carbono 14 que había en el pasado remoto.
De modo que tanto si se utiliza el método de radiocarbono para datar los fósiles, como si se utilizan otros métodos —como el del potasio radiactivo, el uranio o el torio— para datar las rocas, los científicos no pueden establecer después de tantísimos siglos cuáles eran los niveles originales de tales elementos. Melvin A. Cook, profesor de Metalurgia, hace el siguiente comentario al respecto: “Estas concentraciones [de materias radiactivas] solo pueden suponerse, de modo que las edades obtenidas así no pueden ser mejores que esta suposición”. Esto es especialmente cierto si tenemos en cuenta que el diluvio del día de Noé ocurrido hace más de cuatro mil trescientos años produjo enormes cambios en la atmósfera y en la superficie terrestre.
Charles Officer y Charles Drake, geólogos de la universidad de Dartmouth (Canadá), hacen surgir aún más dudas respecto a la exactitud del método de datación radiactivo. Ellos dicen: “Deducimos que el iridio y otros elementos encontrados con él no fueron depositados de manera instantánea [...], sino que más bien hubo un influjo intenso y variable de estos componentes durante un intervalo de tiempo geológico relativamente breve del orden de 10.000 a 100.000 años”. Ellos razonan que la ruptura y desplazamiento de los continentes trastornó el entero globo terráqueo, causando erupciones volcánicas, bloqueando la luz del Sol y ensuciando la atmósfera. Lo cierto es que tales sucesos desbaratadores pudieron cambiar los niveles de radiactividad, lo que tergiversaría los resultados obtenidos mediante los relojes radiactivos de nuestros días.

El relato de Génesis y los dinosaurios
Aunque el método de datación radiactivo es innovador, todavía se basa en la especulación y la suposición. En contraste, el relato de la Biblia registrado en el primer capítulo del libro de Génesis sencillamente menciona el orden general en que tuvo lugar la creación, lo que permite la posibilidad de que transcurriesen miles de millones de años para la formación de la Tierra y muchos milenios (distribuidos en seis períodos creativos o “días”) para su preparación con vistas a ser habitada por el hombre.
Es posible que algunos dinosaurios (y pterosaurios) hayan sido creados en el quinto período mencionado en Génesis, cuando la Biblia dice que Dios hizo “criaturas voladoras” y “grandes monstruos marinos”, y otros, en el sexto período. Si se tiene en cuenta la abundancia de vegetación que sin duda existía en el tiempo de los dinosaurios, habría sido muy apropiada la presencia de un número tan elevado de animales con un apetito voraz. (Génesis 1:20-24.)
Una vez que los dinosaurios habían cumplido su propósito, Dios puso fin a su existencia. No obstante, la Biblia guarda silencio en cuanto a cómo y cuándo lo hizo. De lo que sí podemos estar seguros es de que los dinosaurios fueron creados por Jehová con un propósito definido, aunque de momento no comprendamos cuál fue ese propósito. No vinieron por error, ni fueron producto de la evolución. Su súbita aparición en el registro fósil sin ninguna conexión con algún antecesor fósil y su desaparición sin dejar fósiles de transición, son pruebas en contra de la opinión de que tales animales evolucionaron de forma gradual a lo largo de millones de años. Por consiguiente, el registro fósil no apoya la teoría de la evolución. Al contrario, armoniza con el punto de vista bíblico de que la vida animal fue creada por Dios.