“El alimento tiene una carga emocional mucho más pesada que todo aquello que puede medirse en calorías o gramos.”—Janet Greeson, escritora.
LA ANOREXIA y la bulimia son los dos trastornos alimentarios más comunes. Aunque cada uno tiene sus propias características, veremos que ambos pueden ser peligrosos, hasta mortales.
Anorexia: inanición autoprovocada
La persona anoréxica rehúsa comer o lo hace en cantidades tan pequeñas que acaba desnutrida. Antoinette dice que llegó a pesar 37 kilos (82 libras), muy poco para una joven de 17 años y 1,70 metros (5 pies y 7 pulgadas) de altura. “No consumía más de 250 calorías diarias y anotaba todo lo que comía”, dice ella.
Las anoréxicas están obsesionadas con la comida, y son capaces de cualquier cosa para no ganar peso. “Empecé a escupir la comida en una servilleta, haciendo ver que me estaba limpiando la boca”, explica Heather. Susan hacía mucho ejercicio para no aumentar de peso. “Casi todos los días —dice— corría 12 kilómetros [8 millas] o hacía una hora de natación, de lo contrario, me embargaban una angustia y un sentimiento de culpabilidad terribles. Y cada mañana sentía un inmenso placer, el único placer verdadero que tenía por lo general, cuando me subía a la báscula para confirmar que mi peso estaba muy por debajo de los 45 kilos [100 libras].”
Por irónico que parezca, algunas anoréxicas son magníficas cocineras y sirven comidas exquisitas que ellas se niegan siquiera a probar. “Cuando peor estaba —dice Antoinette—, era yo la que preparaba absolutamente todas las cenas en casa y también la bolsa del almuerzo para mi hermano y mi hermana menores. No dejaba ni que se acercaran a la nevera. Era como si la cocina fuese toda mía.”
Según el libro A Parent’s Guide to Anorexia and Bulimia (Guía para los padres sobre la anorexia y la bulimia), algunas anoréxicas “se vuelven exageradamente pulcras y llegan a exigir que toda la familia acate sus normas irrealistas y maniáticas. No pueden ver una revista, unas zapatillas o una taza de café fuera de lugar ni un momento. A veces se vuelven igual de maniáticas, o hasta más, con la higiene y la apariencia personal, llegando a pasar horas en el baño con la puerta cerrada y sin dejar que el resto de la familia entre a arreglarse para marcharse a la escuela o al trabajo”.
¿Cómo se desencadena este raro trastorno llamado anorexia? Por lo general, una adolescente o adulta joven (suele afectar más al sexo femenino) se propone perder unos kilos. Sin embargo, cuando lo consigue, no queda satisfecha. Al mirarse al espejo sigue viéndose gorda, así que decide seguir su dieta y rebajar un poco más para verse aún mejor. El ciclo continúa hasta que su peso está un 15% o más por debajo de lo normal para su estatura.
Es entonces cuando la familia y las amistades empiezan a manifestar su preocupación por la extremada delgadez, por no decir escualidez, de la joven. Pero la persona anoréxica no ve las cosas de la misma manera. “Yo no me consideraba flaco. Cuanto más peso pierdes, más se distorsiona tu mente y ya no eres capaz de verte con claridad,” dice Alan, un joven anoréxico de 1,75 metros (5 pies y 9 pulgadas) de altura, que llegó al punto de pesar solo 33 kilos (72 libras).
Con el tiempo, la anorexia puede desencadenar osteoporosis, afecciones renales y otros problemas graves de salud. Incluso puede provocar la muerte. “El médico me dijo que como mi organismo se había visto privado de tantos nutrientes, si hubiera seguido dos meses más con aquella dieta habría muerto de desnutrición”, dice Heather. El boletín The Harvard Mental Health Letter informa que alrededor del cinco por ciento de las mujeres a quienes se les diagnostica anorexia mueren en el plazo de diez años.
Bulimia: atracones y vómitos
El trastorno alimentario conocido por el nombre de bulimia se caracteriza por atracones (ingestión rápida de grandes cantidades de comida, tal vez hasta 5.000 calorías o más) seguidos de inducción al vómito o uso de laxantes para vaciar el estómago.
En contraste con la anorexia, la bulimia no se detecta fácilmente. La bulímica tal vez no esté exageradamente delgada, y sus hábitos alimentarios quizás parezcan bastante normales, al menos a los ojos de los demás. Pero para ella, la vida no es nada normal. De hecho, está tan obsesionada con la comida que todo lo demás carece de importancia. “Cuanto más me atracaba y vomitaba, menos me preocupaba por otros asuntos u otras personas —dice Melinda, de 16 años—. Llegué a olvidar lo que era divertirme con mis amigas.”
Geneen Roth, escritora y profesora especializada en trastornos alimentarios, describe un atracón como “treinta minutos de frenesí, de inmersión en una oscuridad infernal en la que no existe restricción alguna”. Dice que durante esos momentos “nada importa: ni amigos ni familia [...]. Solo importa la comida”. Una bulímica de 17 años llamada Lydia utiliza una vívida analogía para describir su problema: “Me siento como una trituradora de basura. Engullo, trituro y vomito. Siempre lo mismo, una y otra vez”.
La persona bulímica trata de evitar de cualquier manera el aumento de peso que normalmente experimentaría como consecuencia de su descontrol con la comida. De modo que, inmediatamente después de un atracón, se induce el vómito o toma laxantes para eliminar el alimento antes de que pueda convertirse en grasa corporal. Aunque solo pensarlo resulte repulsivo, la bulímica experimentada no lo ve así. “Cuanto más te atracas y vomitas, más fácil te resulta —explica Nancy Kolodny, trabajadora social—. Tu primera sensación de repugnancia o hasta de miedo es pronto reemplazada por la compulsión de repetir estos patrones bulímicos.”
La bulimia es sumamente peligrosa. Por ejemplo, a consecuencia de los vómitos repetidos, la boca se ve expuesta a los corrosivos ácidos del estómago, los cuales acaban gastando el esmalte de los dientes. La inducción al vómito también llega a perjudicar el esófago, el hígado, los pulmones y el corazón. En casos extremos, los vómitos pueden provocar incluso una perforación de estómago y hasta la muerte. El uso excesivo de laxantes también es peligroso. Puede anular la función intestinal y resultar en diarreas continuas y hemorragias rectales. Y en casos extremos, al igual que los vómitos repetidos, puede llegar a provocar la muerte.
Según el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, la incidencia de trastornos alimentarios aumenta continuamente. ¿Qué razones motivan a una joven a jugar con la muerte privándose de alimento? ¿Por qué se obsesiona otra tanto con la comida que se da un atracón y luego, preocupada por su peso, se ve impelida a eliminar lo que ha ingerido? En el próximo artículo se tratarán estas preguntas.
Según afirman ciertos expertos, la pérdida de entre el 20 y el 25% del peso total de una persona puede provocar una serie de cambios químicos en el cerebro que tal vez lleguen a alterar su percepción, y le hagan ver gordura donde no la hay.
Hay quienes también consideran un trastorno alimentario la ingestión excesiva y compulsiva de alimentos, aunque no se recurra al vómito ni a los laxantes.
A fin de no ganar peso, muchas bulímicas hacen ejercicios vigorosos todos los días. Algunas logran perder tanto peso que con el tiempo se vuelven anoréxicas, y a partir de entonces presentan un síndrome mixto en el que se alterna la conducta anoréxica con la bulímica.
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